Khang Pham-New

Escudo, de Khang Pham-New, granito dorado, contemporáneo, abstracto, escultura

Cuanto más se conoce el granito, más imposible parece la escultura de Khang Pham-New. Sus diseños -pequeños, medianos y masivos- fluyen, se inclinan, se curvan y se rinden, además de una serie de otros verbos que resultan improbables para un medio tan rígido e implacable como el granito. Sin embargo, ahí están, con un aspecto fluido, elegante y lleno de movimiento. Al elegir el granito como medio, el escultor canadiense-vietnamita no se labró un camino fácil. Táctil, inflexible e impermeable, la estructura cristalina entrelazada del granito le permite resistir décadas -e incluso siglos- de intemperie. A lo largo de la historia, el granito se ha utilizado como material de construcción o para monumentos destinados a resistir el paso del tiempo. A diferencia del mármol -su primo más blando y poroso-, el granito no cede fácilmente al mazo del cantero ni al cincel del escultor. Las expresivas obras abstractas de Khang parecen moldeadas con arcilla blanda. Que fueran moldeados a mano a partir de bloques macizos de granito casi desafía a la imaginación. Las esculturas de Khang se moldean a lo largo de meses, nacen de la imaginación, se inspiran en la visión y se alimentan de un arduo trabajo. Lo que puede no resultar evidente al contemplar la obra de Khang es que el escultor elabora cuidadosamente las proporciones matemáticas de cada escultura para que la pieza no sólo sea visualmente atractiva, sino también físicamente equilibrada, algo sumamente importante. Nacido en Vietnam en 1968, el año de la ofensiva del Têt, Khang conoció el conflicto y la guerra desde su más tierna infancia. Un día, mientras estaba sentado en su casa de un pueblo del sur de Vietnam, su tío entró corriendo, le dijo que cogiera lo que pudiera llevar y que viniera con él. El tío tenía la intención de llevarse a los hermanos de Khang con él, pero un cambio en los vientos políticos hizo que tuvieran que salir a toda prisa y unirse a los miles de otros "boat people" que huyeron de Vietnam prácticamente en cualquier embarcación que pudiera flotar y sacarles del caos de Vietnam tras la larga guerra. Khang tenía 11 años cuando emprendió un viaje al que muchos de sus compatriotas nunca sobrevivieron. La suerte de Khang cambió cuando una familia australiana residente en Canadá apadrinó -y finalmente adoptó- al joven. Me apoyaron mucho y en todo lo que me interesaba. Resultó que era arte, concretamente escultura. La producción de todas esas curvas y arcos requiere un trabajo considerable, de muchos meses. Khang utiliza a veces 20 amoladoras angulares y miles de discos circulares de diamante para completar una pieza. Para crear la profundidad de pulido que consigue, empieza con papel de lija de 50, luego sube a 300, después a 1.000 y así sucesivamente hasta llegar a 3.500 más o menos y empieza a pulir la superficie. "Cuando haces tantos pasos", dice, "así es como se consigue esa superficie final". En la actualidad está experimentando con diversas texturas y afirma que las obras futuras presentarán contrastes con superficies lisas y rugosas.