Centro de Los Ángeles (Más extraño que el paraíso) - 2005,
40x48cm,
Edición de 10, más 2 Pruebas de Artista. u2028
Impresión en C de archivo, basada en la Polaroid original.
Etiqueta de certificado y firma. u2028
Inventario del artista nº 861.
No está montado.
A MAYOR EMPLEO, MAYOR ARTE - Stefan Gronert
No "Veintiséis gasolineras", sino "29 Palms, CA" Cuarenta y dos años después del legendario libro de Ed Ruscha, no hay ninguna gasolinera al principio del libro que esté aquí a mano. En cambio, es la Radha de corazón abierto -con el pelo naranja, mono rosa y una mirada tímida, o más bien astuta, que se dirige hacia abajo- ¡con la que comienza este libro! Y con ella y con Max -atención: una mujer-, cuyo aspecto responde al mismo estilo, también llega a su fin -después de que Radha se haya teñido entretanto las uñas de rosa, dotada de nuevo de la misma franqueza y la misma mirada que ahora, sin embargo, revela en combinación con su expresión facial alterada un giro "de solterona" que da la espalda al espectador-. Esto puede servir de ejemplo para una transformación vívida y comprensible que desemboca en una representación a gran escala de un asentamiento sin alegría bajo un cielo azul y resplandeciente: allí una figura, perdida de inmediato, se siente abrumada.
Cuadros que en 1998/99 juegan bajo la dura luz del sol californiano o en espacios no precisamente acogedores y confortables. "Juego" es la palabra correcta en este sentido, ya que precisamente a la vista de las imágenes de personas, queda algo más que la duda de si estamos ante escenas escenificadas o simplemente nos hemos topado con la "realidad" altisonante de un (aspirante a) mundo del cine. Sin embargo, no todas las imágenes tienen el mismo carácter de mundo plástico y deslumbrante. Al hojear las páginas, también encontramos escenas sin pretensiones, literalmente "sin color", en interiores indefinidos, o vistas poco espectaculares que se asemejan a una naturaleza muerta y se abren a una tierra de ninguna parte. Lo que une a todos los participantes en estos mundos-imagen es la observación de que parecen agotados, perdidos, vacíos o inseguros sobre su existencia. Casi recuerda las miradas vacías y la soledad de los protagonistas de los cuadros de grandes ciudades pintados por Manet o Degas en la época del primer modernismo.
Con una excepción, todas las fotografías que aquí se reproducen, que originalmente miden 60 por 70 cm pero que aquí, en su tamaño y configuración actuales, hacen un uso productivo de las posibilidades que presenta el soporte del libro, manifiestan varios elementos de las películas de serie B: personas fumadoras, desnudas, maquilladas y musculosas que no se inclinan por ajustarse totalmente a la visión de los sueños de Hollywood. Belleza y vejación, erotismo y soledad entran en una mezcla que revela la ruptura entre el deseo y la verdad. Desde la distancia, recuerda a los "Fotogramas de película sin título" de Cindy Sherman, que en este sentido no son tan drásticos. Sin embargo, mientras que sus fotos de los años setenta se caracterizan por un modo de representación frío y objetivo en un historicista blanco y negro, las fotografías de Stefanie Schneider muestran un lenguaje visual suave, a veces aparentemente pictórico, con una coloración que va de lo pálido a lo artificial-brillante. Como en muchas otras imágenes de Stefanie Schneider que a menudo se nos presentan como secuencias, estas fotos remiten también a los estereotipos perceptivos del cine. Utilizando la fotografía instantánea, de la que nacen impresiones en C significativamente ampliadas, sus imágenes evocan la impresión de una narración sin llegar a formar parte de una trama que pueda leerse de forma lineal. Sin embargo, la ilusión del elemento narrativo no hace sino realzar la experiencia de una renuncia precisamente a este aspecto. Porque los títulos de las imágenes -y también el título de esta publicación- no proporcionan ninguna ayuda real para la construcción imaginaria de una historia.
Sin embargo, vuelven nombres que incluyen el nombre de pila de la propia artista: de ahí que no todo sea en realidad un juego, sino una serie de imágenes auténticas e instantáneas, o que al fin y al cabo no sea más que una puesta en escena, un juego, ¿hasta qué punto es real la vida? La escasez de elementos argumentales, que contradice toda expectativa de estilo cinematográfico, así como el vacío y la soledad de las personas, entran en una peculiar asociación, a veces aparentemente surrealista, con la magia de las extensiones bañadas por el sol del paisaje onírico. Del mismo modo que se estimula la fantasía y la imaginación del espectador, en la misma medida la redención de estas figuras visuales del amor se hunde en un vacío cuyo esmalte es creado, no en último término, por la peculiar borrosidad de la representación fotográfica. El carácter aparentemente amateur de estos cuadros, que en ningún caso han sido tratados con excesiva escrupulosidad, nos deja ante una estimulante incertidumbre en cuanto a su interpretación, en la que apenas pueden ya diferenciarse las esferas de la realidad, la ficción o el sueño. Así, las lagunas y la apertura escénica de lo que se presenta acaban por poner en marcha una autoevaluación.
¿Qué queda después de "29 Palms, CA"? Quizás esa esperanza que se aparta del dicho de Ruscha que se cita en el título: ¡Cuanto más fuerte sea la fotografía, mejor será la realidad!