Enrique el Turbulento (Quédate) con Ryan Gosling - 2006
20x20cm,
Edición de 10 ejemplares,
C-Print de archivo, basado en la Polaroid.
Etiqueta de certificado y firma.
Inventario del artista nº 5091.
No está montado.
con Ryan Gosling.
El trabajo artístico de Stefanie Schneider se utilizó para la película de Marc Forster "Stay", con Ewan McGregor, Naomi Watts y Ryan Gosling. Naomi y Ryan representaban a artistas y el arte de Stefanie era el arte que ambos creaban durante la película. Las imágenes de Stefanie también se utilizaron para la secuencia del recuerdo de Ryan Gosling, para los títulos finales, para montajes intermedios y como cuadros artísticos colgados en varias escenas dentro de la película.
Permanezca en
Stay (EEUU, 2005)
El psiquiatra Sam Foster (Ewan McGregor) ha salvado a su novia, la artista Lila (interpretada por Naomi Watts), de suicidarse. Ahora intenta evitar que otro paciente, el estudiante de arte Henry Letham (Ryan Gosling) se suicide, pero sucumbe en ese empeño cada vez más ante un torbellino de sucesos inexplicables.
Es precisamente aquí, en este mundo intermedio de imaginación y realidad, donde la película pone en juego las pinturas, y con ellas las fotografías Polaroid de Stefanie Schneider. En efecto, aunque en la película la pintora Lila se embadurne de pintura, en realidad sus cuadros se basan sin excepción en modelos fotográficos que, gracias a la tecnología moderna, han sido impresos sobre lienzo.
Extraños mundos oníricos
Las Polaroids vagas y evanescentes de Stefanie Schneider tienen un impacto pictórico. El artista, que reside alternativamente en Berlín y Los Ángeles, utiliza exclusivamente material cinematográfico obsoleto. Tiene en cuenta el azar, el carácter poco previsible de las emulsiones dañadas. Sus Polaroids asociativas retratan un mundo extraño y cinematográfico que realza aún más el irrealismo de Stay. Independientemente el uno del otro, pero no sin razón, tanto Marc Forster como Stefanie Schneider son comparados repetidamente con David Lynch. Más extraño que el paraíso es el título del nuevo volumen fotográfico de Schneider que, puntualmente con el comienzo de la película, ha sido publicado por Hatje Cantz. El título tomado prestado de Jim Jarmusch no es casual: El cine, y no la fotografía artística, es el mundo del que la ex cortadora extrae sus modelos visuales. Y quien haya estudiado detenidamente la fotografía jazzística de su serie 29 Palms, CA podrá reconocer bajo las pelucas rojo anaranjadas a la actriz de cine Radha Mitchell (Finding Neverland, High Art).
Algunos motivos de esta serie, que la galería Lumas presentó en una amplia edición, ya están agotados. La popularidad del artista va en aumento. Pero aunque la galería de Schneider haga esta afirmación, su fotografía no desempeña de hecho un papel importante en la película Stay. En cambio, la presencia de las fotografías Polaroid en la pantalla se limita a breves secuencias fotográficas, a los créditos finales, ciertamente mágicos, y a algunos cuadros en el plató. Sin embargo, es precisamente aquí, en la periferia, en el plano simbólico, donde la película despliega su significado central; por ejemplo, cuando en el estudio de Lila pueden verse fotografías de morsas, un motivo que resulta familiar al espectador por una escena anterior con el estudiante de arte Henry. En este nuevo contexto, las imágenes adquieren un impacto como la visualización de un recuerdo extraño. Los cuadros no parecen pertenecer a Lila y ya anticipan de forma alusiva la peculiar transformación que sufren sus pinturas al final de la película.
La superposición de los protagonistas tiene su correspondencia en la interpenetración de los mundos interior y exterior: en otra escena, en la que Henry visita un bar de table-dance, hay una secuencia fotográfica. Sin embargo, la avalancha de imágenes nítidamente resaltadas y en constante cambio no puede situarse sin ambigüedades. Por un lado, puede leerse como una proyección en el espacio representado; por otro, se presenta como la corriente de conciencia del protagonista, cuyos borrosos retazos de memoria retrata.
El arte como clave
Las fotografías no funcionan en Stay como atrezzo de la trama, sino que son metáforas de la interpenetración del sueño y la realidad. No son tanto motivos como medios de representación. Por un lado, se integran casi a la perfección en la representación, pero por otro -como obras de arte- desempeñan un papel clave en la recepción de la película. Quien considere que el cine es simplemente un placer de evasión debe tener la impresión, con respecto a Stay, de haberse equivocado de película. Stay repudia todas las expectativas relativas al género y exige un cambio fundamental de actitud. Se puede discutir si esta afirmación está justificada, pero la película exige ser vista como una obra de arte. No en el sentido de inmersión contemplativa, sino de recepción activa. El significado no puede deducirse directamente de la película. El significado es un añadido que hace el espectador. Si Stay tiene un mensaje especial, es éste: Cada uno construye su propia película. De hecho, en Stay hay una breve escena que tiene lugar en la academia de arte y que puede entenderse como una instrucción interpretativa. A partir de un cuadro, el profesor ofrece una lección que puede expresarse en dos sencillas fórmulas. En primer lugar, todo es significativo. Y en segundo lugar, todo está conectado de algún modo con todo lo demás. Los elementos individuales de la película deben descodificarse y ponerse en relación unos con otros.
Después de la película es antes de la película
Con el director Marc Forster y la artista fotográfica Stefanie Schneider, trabajan dos socios iguales. La fotógrafa traslada su estética generadora de estilo a la representación cinematográfica. Aparece como autora de sus imágenes, no como ejecutora de instrucciones del director. Este estatus también queda patente en la participación de la artista en la rueda de prensa y en el hecho de que la fiesta del estreno tuviera lugar en la galería Lumas de Stefanie Schneider. Quien llegaba temprano o se quedaba hasta tarde podía ver aquí las imágenes sin obstáculos y repasar la película tranquilamente. En cuanto a las fotografías, uno se siente inclinado a ver la película por segunda vez. Pero también en las fotografías retrospectivas posteriores a la película, el juego de enigmas continúa. "Así eran las cosas", parece decir cada fotografía. Pero, ¿eran realmente así las cosas? De hecho, las fotografías Polaroid, poéticamente borrosas, no proporcionan una documentación, sino más bien una interpretación de la película desde una perspectiva artística que se pierde en la ensoñación. Por un lado, hacen selecciones de la trama cinematográfica y, por otro, trascienden estos acontecimientos.