BD White

No puedo recordarlo con ligereza, pintura de estudio de figura de BD White

B.D. White entró en la escena artística pintando cientos de bases de farolas por toda la ciudad de Nueva York. A pesar de su lesión medular, se labró una reputación como prolífico artista callejero utilizando pintura en spray y plantillas como medio principal. Desde el principio B.D. supo que siempre iba a ser artista. Con lo que no contaba era con un accidente deportivo a los 18 años que le dejó con la espalda rota, paralizado y en silla de ruedas. El mundo del arte es muy competitivo y conseguir la exposición inicial o la gran oportunidad a veces tarda en llegar. Sin inmutarse, B.D. decidió llevar sus obras directamente al público a través de la galería conocida como las calles de Nueva York. Lo que algunos llaman "arte callejero", B.D. lo llama "vandalismo consciente" y, a pesar de su incapacidad para huir fácilmente si le descubrían, B.D. empezó a crear arte convincente en las calles tanto de Manhattan como de Brooklyn. Aprovechando que estaba sentado, sus obras se colocaban singularmente muy abajo, en paredes y farolas, zonas que a otros quizá no se les hubiera ocurrido utilizar. Destacaron el atractivo estético y los conmovedores mensajes de las obras de arte, como "El Hashtagger", una escultura de bronce que dista mucho de las habituales etiquetas rociadas a toda prisa y de las sencillas obras de pasta de trigo. Es la escultura del Pensador de Rodin con una actualización moderna: un iPhone. Inspirándose en el estilo de Shepard Fairey, B.D. ha llevado la técnica del estarcido a niveles de complejidad sin precedentes, utilizando de 60 a 95 capas de estarcido por cuadro. Las obras son visualmente impresionantes, pero el concepto y el mensaje son de lo más interesante. Las obras recientes de B.D. representan a un astronauta en múltiples estados de movimiento, a veces solo, a veces entrelazado en un abrazo trágico con una forma femenina. El astronauta representa al hombre en su yo más solitario y distante, aunque presente en muchos de los cuadros con el interés amoroso femenino, el obstáculo aparentemente insuperable del amor perdido y la añoranza son evidentes. B.D. White no es el primer artista que supera las limitaciones físicas. Cuando sus manos se volvieron demasiado artríticas para pintar, Renoir se ató pinceles a las muñecas y siguió adelante, y Chuck Close superó una parálisis casi total para seguir siendo uno de los artistas estadounidenses vivos más significativos. B.D. demuestran con maestría que nada puede amortiguar o contener la necesidad casi instintiva y obsesiva de un artista de crear y compartir con el mundo. Hasta la fecha, B.D. ha participado en exposiciones colectivas en Nueva York, Los Ángeles, Las Vegas, Chicago, Miami y Berlín. Una instalación en el World Trade Center, una exposición en Scope Art Fair durante Art Basel en Miami, una exposición individual de un mes de duración en la Castle Fitzjohns Gallery de Manhattan, un escaparate en Saks Fifth Ave. así como su trabajo continuado en las calles de Nueva York, le han granjeado una sólida y creciente base de coleccionistas.