Eve Drewelowe

"Escultura de polvo de estrellas" (Little Bryce, Utah)

c. 1933

Desde su más tierna memoria, Eve Drewelowe quiso ser artista, y se convirtió en la primera estudiante en recibir un máster en Bellas Artes por la Universidad de Iowa. Tras graduarse, se fue con su nuevo marido a Boulder, Colorado, donde pronto se encontró en el papel de esposa del decano. Con el tiempo, esa responsabilidad y sus "tareas" resultaron ser demasiado restrictivas. Tras una crisis de salud, Drewelowe tuvo una autodenominada "reencarnación" en la que resolvió hacer un lugar para su creatividad. Naturalmente efusiva, sin embargo valoraba estar sola, y sus fuertes sentimientos por la vida se expresaban en sus exuberantes pinturas. Al crecer en una granja de Iowa, Drewelowe desarrolló un amor por la tierra gracias a su padre "ecologista", que murió cuando ella tenía once años. Posteriormente, el decano de la Escuela de Posgrado de Iowa actuó como una figura paterna cuando facilitó su entrada en el programa de posgrado en arte. Aparentemente escéptico, Carl Seashore deseaba en secreto que la joven "estableciera una primicia en la historia de la formación artística de todo el país", como recordaría más tarde la artista. Drewelowe se licenció en 1924, y más tarde fue benefactora de lo que se convirtió en uno de los principales programas universitarios de arte del país. En la universidad, Drewelowe conoció a un estudiante de Ciencias Políticas, Jacob van Ek, y se casó con él. Al aceptar un puesto de profesor en la Universidad de Colorado, van Ek se trasladó a Boulder con su novia, que prosiguió su interés ayudando a fundar el Gremio de Artistas de Boulder. En 1928-1929, viajaron por todo el mundo a veintitrés países durante trece meses, durante los cuales Drewelowe llenó siete cuadernos de bocetos. Con su marido ya decano, se lanzó a remodelar su casa, un proyecto creativo domésticamente aceptable. Al equilibrar su arte y sus deberes como esposa de un decano, Drewelowe sintió una frustración cada vez mayor, y su salud empezó a resentirse. En el catálogo de una retrospectiva de 1988, dio voz a su deseo de autodeterminación: "¡Ama de casa! ¡Qué palabra tan odiosa! ¡Primero! ¡Lo más importante! ¡Siempre! Mi pensamiento despierto desde embrión estaba en mi necesidad de ser artista". De viaje a Nueva York para su segunda exposición individual en 1940, se detuvo en la Clínica Mayo, donde le diagnosticaron un pólipo gástrico. Esta experiencia la llevó a una nueva dedicación a su pintura, un giro completo en lo que ella llamó su "reencarnación". Inspirada por las Montañas Rocosas, pintó paisajes animados que palpitaban con energía, como si aún estuvieran en movimiento por fuerzas generativas. Con una paleta arco iris, Drewelowe creaba escenas visionarias intensificando los colores en motivos vivos y ondulantes. ©Galerías David Cook, LLC