Margo Hoff

Puesta de sol giratoria, Pintura acrílica abstracta roja y naranja sobre lienzo de los años 80

1988

Artista prolífica, el exquisito estilo de Margo Hoff evolucionó a lo largo de su carrera, pero siempre estuvo arraigado en los acontecimientos, las personas y los lugares de su vida. La experiencia humana era su único centro de atención, expresada únicamente a través de sus ojos. Nacida en 1910 en Tulsa, Oklahoma, Hoff empezó a crear animales de arcilla blanca a una edad temprana, regalándoselos a sus amigos y familiares. A los once años contrajo la fiebre tifoidea y estuvo postrada en cama durante un verano. Durante su convalecencia, dibujó e hizo recortes, y fue durante este tiempo cuando cobró vida su audaz y artística imaginación. Comenzó su formación artística formal en el instituto y continuó sus estudios en la Universidad de Oklahoma, Tulsa. En 1933 se trasladó a Chicago y asistió a la Academia Nacional de Arte y a la Escuela del Instituto de Arte de Chicago. Entre 1933 y 1960, sus años de Chicago, la obra de Hoff estuvo profundamente arraigada en un estilo figurativo y regionalista. A menudo utilizaba elementos del realismo mágico, y muchos de sus cuadros tienen cualidades oníricas. Vivió, trabajó, enseñó y pintó en Europa, México, Líbano, Uganda, Brasil y China. También expuso en las Exposiciones Anuales del Oeste del Museo de Arte de Denver en 1952, 54, 56 y 57. En 1957 expuso junto al modernista de Colorado Vance Kirkland en la exposición del Museo de Arte de Denver, La conquista del espacio por el hombre. Su obra, que antes se centraba en lo representativo, empezó a cambiar a partir de 1957, cuando vio el Sputnik en su órbita alrededor de la Tierra. En ese momento, con los pies firmemente apoyados en el suelo, pudo imaginarse a sí misma en el espacio, mirando hacia abajo desde el cosmos, y lo que vio fue un mundo abstraído. A continuación, tuvo la oportunidad de asomarse a un microscopio electrónico donde, una vez más, miraba hacia abajo, a lo que parecía ser un reino de pura abstracción. Estos dos acontecimientos cambiaron profundamente su perspectiva y empezó a pasar de la pintura figurativa al collage abstracto y geométrico. En 1960, Hoff se trasladó a Nueva York y empezó a crear collages. Colocando el lienzo en el suelo, y trabajando desde todos los lados, utilizó tiras de papel pintado y tejido, y más tarde trozos de lienzo pintados, pegados sobre la superficie del lienzo, construyendo capa sobre capa, forma contra forma, "acción del color junto a quietud del color". Creía que estas formas simplificadas y abstractas encerraban el espíritu del tema del mismo modo que la poesía reduce las palabras a su esencia. Estas piezas van desde paisajes urbanos aéreos, a bailarinas en movimiento, pasando por flora y fauna, reducidas a formas geométricas y colores planos y atrevidos. La obra de Hoff se expuso ampliamente por todo Estados Unidos y en Inglaterra, Francia, Italia y Líbano. Falleció en Nueva York a los 98 años, dejando tras de sí un rico legado. Las obras de Margo Hoff están en las colecciones de: El Instituto de Arte de Chicago, el Museo de Brooklyn, el Museo Metropolitano de Arte, la Galería Nacional de Arte de Washington D.C. y el Museo Whitney de Arte Americano.