Helga Ohannesian

Colibrí, Hechos el uno para el otro.

Desde muy joven supe que mi vocación era la de artista. En la escuela, mis profesores me llamaban "Helga la soñadora"; prefería mirar el juego de luces y sombras bajo los árboles que jugar con los demás niños durante el recreo. El diseño de interiores me atrajo, pero la Alemania de la posguerra no permitía la entrada de mujeres en un campo entonces dominado por los hombres, lo que me obligó a convertirme en auxiliar de odontología. En 1962 emigré a Estados Unidos y me instalé en California. Inmediatamente empecé a asistir a talleres y clases de arte. A lo largo de los años, he estudiado con muchos artistas, entre ellos Ralph Hasenbein, Ruth Basler-Burr y Margot Lennartz. Mi casa y mi jardín se convirtieron en mis "expresiones artísticas". En el ojo de mi mente, estaba "viendo" y pintando: matices de distintos colores en un campo, verdes en un parque, reflejos en el agua, el flujo de un vapor o la inmensidad del cielo. Cuando llegó el momento adecuado, volví a montar el caballete y mi carrera como pintor despegó. Mi tema: la naturaleza; su serenidad, belleza, espiritualidad y misticismo. Mi estilo: un cruce entre realismo e impresionismo. Mi medio: la pintura al óleo. He expuesto mi obra en numerosas muestras. No pinto para hacer declaraciones sobre los males de la sociedad o mis sentimientos más íntimos sobre la vida. Pinto la belleza que veo a mi alrededor y espero que cada obra hable al espectador sin necesidad de un plan de lecciones o un manual, y le haga sonreír.