Edward Henry Potthast

Una costa rocosa

Edward Henry Potthast nació en Cincinnati en 1857, hijo de un ebanista alemán. Junto con sus contemporáneos Frank Duveneck y John Henry Twachtman, Potthast se convirtió con el tiempo en uno de los artistas más significativos surgidos del floreciente ambiente artístico de Cincinnati durante el siglo XIX. Potthast recibió su primera formación artística en la Escuela de Diseño McMicken de Cincinnati, mientras se mantenía como litógrafo e ilustrador. En otoño de 1882, viajó a Amberes en compañía de sus compañeros artistas Joseph Henry Sharp y Charles Haider. Tras un breve periodo de instrucción en el taller de Charles Veriat, se marchó a Múnich. Durante los tres años siguientes estudió con Nicolas Gysis, Ludwig von Loefftz y, posiblemente, Carl Marr. De regreso a Cincinnati en 1885, reanudó su trabajo como litógrafo y tomó clases nocturnas en la Asociación de Museos de Cincinnati. Volvió a Europa en 1887 y durante los años siguientes dividió su tiempo entre Múnich y París. En 1889 o 1890 visitó Grez. Aunque se había concentrado en la pintura de figuras durante su estancia en Múnich, un encuentro con los pintores impresionistas estadounidenses Robert Vonnoh y Roderick O'Conor en Grez, le hizo inclinarse por los temas paisajísticos y por una paleta más ligera y colorista. Potthast regresó a Cincinnati hacia 1892, donde siguió trabajando como litógrafo. En 1896 se trasladó a Nueva York, trabajando como free-lance para revistas tan populares como Scribner's y Century, y pintando en su tiempo libre. Pronto se convirtió en una figura animada en los círculos artísticos de Nueva York, exponiendo y recibiendo numerosos premios y galardones en la Academia Nacional de Diseño, la Sociedad de Artistas Americanos y la Sociedad Americana de Acuarela. Tras conseguir una clientela fija para sus cuadros (tenía marchantes en Chicago y Cincinnati, además de Nueva York), pudo abandonar por completo su trabajo como litógrafo. Potthast fue el primer artista de Cincinnati que trabajó en la modalidad impresionista. Aunque siguió pintando paisajes a lo largo de su carrera, tras su traslado a Nueva York se hizo famoso por sus optimistas escenas de playa bañadas por el sol, en las que combinaba los vivos colores del Impresionismo con la fuerte pincelada de la Escuela de Munich. Entre sus lugares favoritos estaban Coney Island y Rockaway Beach, ambos fácilmente accesibles desde Nueva York. También hizo frecuentes viajes por la costa de Nueva Inglaterra, parando a menudo en Ogunquit, Maine. Entre sus otros lugares para pintar se encontraban el Gran Cañón y las Montañas Rocosas canadienses, donde acudía en busca de nuevo material para esbozar.