Maurice Utrillo

París Montmartre, Moulin de la Galette - Orig. Óleo sobre lienzo firmado #Certificado

1918

Maurice Utrillo, inicialmente Maurice Valadon, nació en París el 26 de diciembre de 1883, hijo ilegítimo de la artista Suzanne Valadon. Ella, que se había convertido en modelo después de que una caída desde un trapecio pusiera fin a la carrera que había elegido como acróbata de circo, descubrió que posar para Berthe Morisot, Pierre-Auguste Renoir, Henri de Toulouse-Lautrec y otros le proporcionaba la oportunidad de estudiar sus técnicas; en algunos casos, también se había convertido en su amante. Aprendió a pintar por sí misma, y cuando Toulouse-Lautrec le presentó a Edgar Degas, éste se convirtió en su mentor. Con el tiempo se convirtió en coetánea de los artistas para los que había posado. Mientras tanto, la madre de Valedón quedó a cargo de la crianza del joven Utrillo, que pronto mostró una preocupante inclinación hacia el absentismo escolar y el alcoholismo. Cuando una enfermedad mental se apoderó de Utrillo, de veintiún años, en 1904, su madre le animó a pintar. Bajo su tutela, empezó a pintar las calles del barrio de su infancia, Montmartre. Siguiendo la tradición de la veduta convencional, representó calles, edificios, fuentes y avenidas, que captó en distintas estaciones del año con un estilo influido por el realismo lírico de Camille Pissarro y Albert Sisley. Sin embargo, al emplear una paleta sutil -principalmente amarillos, turquesas, granates y blanco cinc-, impregnó las escenas de cualidades atmosféricas* que evocan en el espectador sentimientos de familiaridad o de alienación. Conocidos como su "periodo blanco" (période blanche), los años comprendidos entre 1909 y 1914 representan el apogeo de la creatividad de Utrillo. Durante este tiempo, redujo su paleta al blanco, sombreando en grises. También mezclaba sus pinturas con arena, yeso y cal para reproducir la sustancia física de sus temas, en particular los muros. En 1910, los críticos de arte F. Jourdan y E. Faure descubrieron al artista. La apreciación de su talento permitió a Utrillo participar por primera vez en el Salón de Otoño de 1912*. Hasta 1914, Utrillo viajó por Bretaña y Córcega; sus obras adquirieron una calidad cada vez más luminosa*, que enriqueció enormemente su anterior concepción ascética de la realidad. En 1924, expuso con su madre en la Galería Bernheim-Jeune de París y le ofrecieron un contrato por un año. Sin embargo, ese mismo año también intentó suicidarse, probablemente como consecuencia de años de abuso del alcohol. De gran talento natural, Utrillo contribuyó enormemente a consolidar la estructura y la textura pictóricas. También fue importante como dibujante*. En 1926, diseñó la escenografía y el vestuario de los Ballets Rusos de Djaghilev. Recibió el reconocimiento público en 1928, cuando fue nombrado miembro de la Legión de Honor. Partiendo de donde lo dejó el Impresionismo*, Utrillo se convirtió en el más conocido retratista de París, especialmente de Montmartre, pintando tanto del natural como de postales. Sus interpretaciones poéticas de las calles y plazas de Montmartre contribuyeron sustancialmente a popularizar una imagen romántica de ese barrio. Sin embargo, cuando pintaba personas, siempre las representaba como seres solitarios, perdidos en el aislamiento social.