Pendientes de ónix de oro amarillo de 18 quilates Elizabeth Locke

Los intaglios de cristal veneciano, las antiguas monedas griegas y romanas, los botones de porcelana antiguos y otros tesoros que Elizabeth Locke colecciona de todo el mundo inspiran y se incorporan a sus pendientes, collares y otros diseños hechos a mano.

La joyera afincada en Virginia comenzó su andadura como coleccionista cuando ya había lanzado su línea de joyas homónima, y su conjunto de micromosaicos, que son esencialmente placas en miniatura compuestas de teselas de vidrio esmaltado, fueron el tema de la exposición de 2020-21 "A Return to the Grand Tour: Joyas de micromosaico de la colección de Elizabeth Locke" en el Museo de Bellas Artes de Virginia.

"Son muy difíciles de encontrar, y nunca sabes dónde los verás", explica Locke sobre los micromosaicos, las magníficas obras en miniatura para las que ha tenido que navegar por anticuarios y subastas menos conocidos y entablar relaciones con marchantes privados de Europa.

Todas las imaginativas piezas de joyería de Locke ven una integración de materiales raros y eclécticos, del tipo que podría haberse amasado durante un Gran Tour por Europa en el siglo XIX, cuando estos viajes de madurez eran populares desde hacía tiempo (sobre todo para los hombres europeos ricos). Trabajando en un estilo neoclásico , Locke hace referencia a la historia con un enfoque moderno para sus pendientes de piedra lunar, pulseras de eslabones de oro, colgantes de cristal veneciano y otros accesorios distintivos. Como dijo a la revista W, "Las joyas se diseñan para la época en que se llevan."

En 1988, como redactora de Town & Country, Locke viajó a Bangkok para escribir sobre la fabricación de joyas. Inesperadamente, encontró su nicho. A su vuelta a casa, Locke se matriculó en el Instituto Gemológico de América y empezó a esbozar ideas. En 1990, su anillo de turmalina -elaborado con los orfebres que había conocido en Bangkok y con los que seguiría colaborando en las décadas siguientes- apareció en la portada de W.

Los diseños de oro de 19 quilates hechos a mano de Locke dan a las antigüedades únicas un nuevo significado en el siglo XXI. Locke prefiere los diseños que expresan una visión única. "Sé lo que puedo hacer y sé lo que me siento cómoda haciendo, y me atengo a ello", ha dicho.

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