Cartel litografía de Georges Braque, Musée D'art Moderne- Céret, Francia, 1983

Braque comenzó su carrera artística pintando en estilo fauvista, fuertemente influido por sus amigos Raoul Dufy y Henri Matisse. Sin embargo, en 1907, tras entablar amistad con Pablo Picasso, Braque empezó a centrarse en las composiciones cubistas y en una paleta de colores más apagados. Él y Picasso trabajarían estrechamente hasta 1914, cuando Picasso empezó a centrarse en el simbolismo y el retrato, mientras que Braque trató de explorar la "composición pura", vacía de significado y simbolismo. Una exposición en 1922 en el Salón de Otoño de París lanzó a Braque a la fama. Ganó varios premios importantes en las décadas siguientes, entre ellos el Primer Premio de la Internacional Carnegie y el premio principal de pintura de la Bienal de Venecia. En 1961, Braque se convirtió en el primer artista vivo cuya obra se expuso en el Louvre. A lo largo de las décadas de 1930 y 1940, Braque creó muchas obras con imágenes mitológicas griegas y romanas, como este grabado, aunque su esperanza era utilizar las imágenes simplemente como objetos visuales despojados de sus historias, tradiciones y simbolismo.