Patrick Demarchelier

Leo Castelli y Jasper Johns, Nueva York, 1993

Patrick Demarchelier fue uno de los fotógrafos de moda más influyentes de su generación, contribuyendo con imágenes regularmente a Vogue y Harper's Bazaar, incluyendo muchas portadas. Nacido en Francia en 1943, recibió una cámara Eastman Kodak de su padrastro por su 17 cumpleaños y, sin ninguna formación formal, aprendió por sí mismo a revelar películas y a hacer copias fotográficas.

En la década de 1960, tras trabajar en un laboratorio fotográfico imprimiendo fotos de periódicos, Demarchelier empezó a ayudar a fotógrafos profesionales del mundo de la moda, como Hans Feurer, que disparaba para la revista Vogue . En 1975, tras haberse labrado una reputación en Francia, siguió a su novia a Nueva York, donde trabajó por cuenta propia como fotógrafo de moda, ayudando a gente como Jacque Guilbert y Henri Cartier-Bresson. Pronto, su propio trabajo apareció en Marie Claire, Elle y 20 Ans, entre otras publicaciones.

En 1989, Diana, Princesa de Gales, que había visto y admirado su trabajo para Vogue, pidió a Demarchelier que fuera su fotógrafo personal, lo que le convirtió en el primer fotógrafo oficial no británico de la familia real. En 1992, Liz Tilberis, recién nombrada redactora jefe de Harper's Bazaar, lo llevó a la revista para lo que se convirtió en una colaboración de 12 años, que inició con una impresionante foto de portada de la modelo Linda Evangelista.

Demarchelier fue responsable del rodaje de numerosas campañas impresas de gran repercusión para decenas de diseñadores, como Calvin Klein, Ralph Lauren, Chanel, Yves Saint Laurent, Louis Vuitton y Dior. Su trabajo también adornó las portadas de Life y Rolling Stone, pero son las principales revistas de moda del mundo las que le proporcionaron su escenario principal. Sus imágenes para estas publicaciones reflejaban su idea de que las obras maestras de la moda se aprecian mejor en un contexto estético más amplio, ya sea un paisaje natural de gran belleza, una obra de arte o arquitectura sublime, o un bar o restaurante bien diseñado. Disparar en esos escenarios requiere que el fotógrafo enfoque a la modelo de la forma adecuada.

La asombrosa habilidad de Demarchelier para captar imágenes cautivadoras en lugares a la vez discretos y complejos le mantuvo en la cima de su profesión durante décadas. Una fantástica imagen de 2010 de dos modelos con vestidos Dior de colores brillantes que adoptan poses desafiantes, con las manos en las caderas, frente a un cuidado laberinto de boj, trae a la actualidad el exceso y la frivolidad del rococó del siglo XVIII . La foto de Demarchelier de 1998 de un joven cubano con los puños en guantes de boxeo demuestra una síntesis similar de escenario y pose: aunque el gimnasio es más bien ordinario, la postura del chico y su intensa mirada confieren a la foto una gravedad, incluso glamour.

Tras haber pasado su vida detrás de la cámara, Demarchelier se puso delante del objetivo en el documental de 2009 The September Issue, que narraba de forma memorable su colaboración con La directora creativa de Vogue Grace Coddington en el número más importante del año de la revista. Recientemente, sus contribuciones a los campos de la fotografía y la moda fueron honradas en su Francia natal. En 2007, Demarchelier fue nombrado Oficial de la Orden de las Artes y las Letras por el ministro de Cultura francés. En 2011, fue coautor del libro Dior Couture con la entonces editora de la revistaInterview, Ingrid Sischy.

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