Reloj de pulsera Girard Perregaux de los años 60

Cuando el visionario relojero ginebrino Jean-François Bautte firmó sus primeros relojes en 1791, empezó a tomar forma el ahora conocido legado de la ilustre empresa relojera suiza Girard-Perregaux. A partir de ahí, Bautte trabajó para establecer una empresa de fabricación de relojes en su ciudad natal, donde promovió la agrupación de todos los aspectos de la relojería en una sola instalación, una medida pionera para la época. La Maison Bautte, entre cuyos clientes se encontraban La reina Victoria y Alexandre Dumas, se convertiría en parte de un imperio relojero que comenzó con un matrimonio.

El relojero Constant Girard fundó la firma Girard & Cie en 1852 y, tras casarse con Marie Perregaux (de una célebre familia de cronómetros), se fundó la manufactura Girard-Perregaux en La Chaux-de-Fonds en 1856. Al igual que Bautte, Girard Perregaux llevó a cabo todos los elementos del proceso relojero internamente, un método que permitió a la casa producir relojes reconocidos tanto por su destreza funcional como por su encanto decorativo.

Las legiones cada vez más numerosas de coleccionistas de relojes de hoy en día encontrarán mucho que apreciar en relojes Girard-Perregaux vintage, ya que los relojes de la firma suelen unir forma y función con diseños que celebran la mecánica del reloj. A Girard le apasionaba especialmente hacer del tourbillon un componente estético de la relojería tanto como un elemento funcional.

En 1906, la empresa -entonces bajo la dirección del hijo de la pareja, Constant Girard-Gallet- adquirió la Maison Bautte, uniendo su legado histórico al de la propia empresa. Girard-Perregaux continuó haciendo avances tecnológicos a lo largo de los años, acumulando casi 80 patentes relojeras e introduciendo innovaciones como el Gyromatic HF de 1965, el primer movimiento automático de alta frecuencia que funcionaba a la increíble velocidad de 36.000 vibraciones por hora.

Entre los diseños más destacados de la rica oferta de la empresa a lo largo de los años se incluyen el Tourbillon 1884 con tres puentes de oro que abarcan la esfera del reloj y enmarcan el movimiento relojero; el primer reloj con movimiento de cuarzo fabricado en Suiza en 1971, que estableció el estándar mundial para los relojes de cuarzo; el Escape Constante L.M. 2008 que mantiene constante la energía de su escape, resolviendo un antiguo problema de precisión de los relojes mecánicos; y el Infinito Girard-Perregaux 2020 fabricado con el precioso ónice .

En 2011, la empresa pasó a formar parte del Grupo Kering. Girard-Perregaux sigue operando en su fábrica de La Chaux-de-Fonds, lo que la convierte en uno de los fabricantes de relojes más antiguos de Suiza, con nuevos modelos que a menudo se inspiran en diseños icónicos, al tiempo que avanzan en su compromiso con la sostenibilidad del siglo XXI. Su logotipo actual -un puente de reloj- celebra la herencia de la empresa al tiempo que mira hacia el futuro.

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