Jaanika Peerna

Descongelar nº 6

2017

Jaanika Peerna es una artista nacida en Estonia, cuya obra abarca el dibujo, el vídeo, las instalaciones y las performances. Crea dibujos abstractos sobre papel plástico fino mediante movimientos físicos intuitivos inspirados en la danza y que recuerdan a ella. Vive y trabaja en Nueva York y Tallin. En el trabajo de estudio de Peerna, utiliza los movimientos físicos de su cuerpo para simular fuerzas naturales como la caída del agua, el viento, la gravedad y el impulso. Pega una hoja de Mylar a una tabla y luego agarra un manojo de lápices en cada mano. Tocando con las puntas de los lápices el Mylar, ejecuta un único gesto fluido de todo el cuerpo, moviendo los lápices por la superficie emulando el movimiento de fenómenos naturales como una cascada o la marejada de una tormenta. En este movimiento, el cuerpo de Peerna se convierte en agua liberada. Los lápices son una extensión de la fisicalidad de Peerna y la imagen que queda en la superficie es un registro instantáneo de este singular acontecimiento natural. Fuera del estudio, Peerna colabora a veces con músicos, bailarines y otros artistas, ejecutando sus dibujos en Mylar extendido en el suelo o colgado del techo. Conecta sus lápices a la superficie de Mylar y luego se desplaza por la superficie creando marcas que registran los movimientos intuitivos que realiza, mientras interactúa con su compañero. Peerna se inspira en fenómenos naturales transitorios como la luz, el agua y el aire. Durante el proceso de creación de un dibujo, conecta con el sonido de la punta del lápiz recorriendo la superficie. La imagen se convierte así en un registro físico del carácter transitorio de la experiencia en la que colabora. La obra es un monumento estético, un recuerdo visual del momento. Aunque activa, implicada y a veces ruidosa, su práctica está profundamente arraigada en una investigación del silencio. Es un intento de registrar la simplicidad y la belleza subyacentes a un complejo conjunto de estímulos ambientales y experienciales. Sus dibujos son una reliquia de la culminación de un encuentro entre el espacio tridimensional y el bidimensional. La obra conlleva una profundidad contemplativa inherente causada por el uso de una superficie estática y plana, como método para registrar las transiciones emocionales, psicológicas y físicas que implican espacio, tiempo y actividad humana.