Alexandre Blanchet

Sra. de John Torcapel por Alexandre Blanchet - Boceto 35x47 cm

Pintor y escultor ginebrino, autor de numerosas decoraciones murales, civiles y religiosas Paralelamente a un aprendizaje de la pintura esmaltada, Blanchet completó su formación en la Escuela de Artes Industriales de Ginebra. La beca Lissignol, en 1905, le permitió realizar una primera estancia en París, y el concurso Diday, en 1906, un viaje a Italia. Se trasladó a París en 1907, entablando amistad con René Auberjonois y Charles Ferdinand Ramuz, para quienes ilustró Nouvelles et Pieces (1910). Así pues, expuso con regularidad tanto en París, donde sus piezas fueron elogiadas por la crítica, como en Ginebra y Suiza, donde empezaron a aparecer coleccionistas. Su cuadro Les deux amies se expuso en París en el Salón de Otoño de 1912 y, al año siguiente, en el Armory Show de Nueva York, donde fue adquirido por el coleccionista John Quinn. De regreso a Ginebra en 1914, participó en el Premier Salon des Cahiers vaudois y, al año siguiente, en varias exposiciones colectivas en Zúrich, Winterthur y Berna, donde le fueron fieles varios coleccionistas de habla alemana, en particular Max Wassmer, su mecenas. A partir de 1918, se dedicó también a la escultura (retratos) junto a su obra de caballete (retratos y autorretratos, paisajes, naturalezas muertas). De las estancias en el Valais, trajo dos grandes cuadros y, a través de ellos, afirmó sus disposiciones para la pintura monumental que tendría ocasión de practicar, nada más trasladarse a Confignon en 1922, para la decoración del Tribunal Federal de Lausana (1925 -27), luego las iglesias de Cristo Rey de Tavannes (1930), de San José de Ginebra (1943) y del Sagrado Corazón de Ginebra (1947). De 1930 a 1942, enseñó en la Escuela de Bellas Artes de Ginebra. En 1944 se le dedicó una retrospectiva en Basilea. Recibió el primer premio de la Ciudad de Ginebra en 1947 y, hasta finales de los años cincuenta, realizó varios encargos de retratos. Blanchet gozó en vida de igual estima a ambos lados del Sarine. Durante el periodo de entreguerras, fue sin duda, junto con el vaudois René Auberjonois y el ginebrino Maurice Barraud, el pintor francófono más regularmente convocado para representar a su país en las grandes exposiciones de arte suizo organizadas en el extranjero. Los comienzos de su carrera estuvieron marcados por la inconfundible influencia de Hodler. Sin embargo, la revelación de Cézanne en París en 1907 le animó a reorientar su arte en una dirección más "latina". Del primero, conserva todavía durante algunos años el contorno y ciertos temas simbolistas (aunque les atribuya títulos puramente descriptivos); del segundo, adopta la aplicación modulada del color para construir la forma del interior sobre un lienzo absorbente que acentúa la maticidad del material. En 1913, algunos cuadros revelaron incluso la efímera tentación de proseguir el análisis de la forma a la manera del primer cubismo. Esta "hibridación del arte suizo por Francia" será muy apreciada por los coleccionistas, especialmente los de habla alemana.