Laurence Dunn

Buque portacontenedores, dibujo a lápiz de Laurence Dunn

Laurence Dunn, un hombre de conocimientos enciclopédicos, era un conocido artista marino y escritor, que comenzó su amor por los barcos en Brixham, donde registró meticulosamente el tráfico con los dibujos de líneas exquisitamente precisas que más tarde se convirtieron en una especie de marca registrada. Mientras estudiaba en la Central School of Art de Londres, su trabajo llamó la atención de la Southern Railway, que le encargó perfiles de su flota, lo que, a su vez, le llevó a trabajar para Orient Line, donde también diseñó el conocido casco color maíz, y más tarde para Thorneycroft, donde ayudó a dar forma a los planos de un nuevo yate real. Durante la Segunda Guerra Mundial, Dunn trabajó para la inteligencia naval en el Almirantazgo, donde su técnica contribuyó en gran medida a mejorar las normas de reconocimiento, y amplió enormemente su clientela naviera, llegando a ser conocido personalmente por muchos presidentes. En la prensa marítima, Dunn trabajó para publicaciones de gran tirada como Everybody's, Sphere y el cómic de lujo Eagle. A través de sus muchos contactos, disfrutó saliendo a la mar en una gran variedad de barcos, desde portaaviones hasta coleros. Dunn escribió varios libros, empezando por títulos de reconocimiento de barcos que introdujeron nuevas normas de maquetación, pero su obra más conocida fue probablemente Passenger Liners, que fue ampliamente adoptada por el comercio de viajes. Su amor por Grecia, donde fue uno de los primeros publicistas de cruceros por islas, le llevó a participar en la remodelación de varios transatlánticos de pasajeros, empezando por el OLYMPIA de Greek Line. En su vida posterior, Dunn diseñó varias series de sellos de navegación para los Agentes de la Corona, produjo volúmenes fotográficos sobre la navegación por el Támesis y el Mediterráneo y aún encontró tiempo para disfrutar del tráfico del Támesis. Nuestras condolencias a su esposa Jennifer, que socorrió a los muchos amantes de los barcos que se acercaron a la acogedora puerta de su casa de Gravesend.