Alexandro SANTANA
Lamento de Ogeeche

Acerca del artículo

Conoces al artista español Alexandro Santana y piensas, joder, ¿puede ser de verdad? Tan guapo, tan extravagante, tan seductor, tan divertido... que no sabes si es intencionado o inadvertido. Y entonces descubres que es hijo de un famoso almirante dominicano, que el tiránico dictador Trujillo fue el padrino de la boda de sus padres, que su madre era una legendaria belleza de la alta sociedad, que creció entre acorazados y estancias antes de ir, inevitablemente, a Brown. Y lo que es aún más sorprendente, Santana se quedó en Providence para cursar estudios de postgrado en la Escuela de Diseño de Rhode Island, donde se licenció en arquitectura, y pronto ejerció su oficio en Manhattan y en su ciudad adoptiva de Savannah, donde acabó creando su propia empresa. Sorprendentemente, en esta era del CAD, dibuja cada detalle totalmente a mano. Teniendo en cuenta sus pantalones de tweed, sus pajaritas, su jerga y su atuendo elegante, quizá no sorprenda saber que el gusto arquitectónico de Santana es marcadamente neoclásico, inspirado en el palladianismo vernáculo de la Georgia de antebellum, con un toque postmoderno, por supuesto. Los detallados y decorosos planos arquitectónicos de Santana para sus clientes se complementan con dibujos creados únicamente para él: exóticos paisajes urbanos imaginarios y fantasías urbanas, como los sueños de Sir John Soane canalizados a través de Aldo Rossi o John Hejduk. La apreciación de estos dibujos se enriquece a su vez con los retratos a lápiz de Santana de amigos y amantes, bocetos personales de una intimidad desarmante. El trazo de Santana tiene un erotismo lánguido y fluido que se adapta perfectamente a sus temas; los toca a todos con un susurro de grafito que los engatusa para que aparezcan. Pero la sorpresa dentro de la obra de Santana es su serie de abstracciones a gran escala, pinturas escandalosamente brillantes y escandalosamente jugosas que se expusieron recientemente en la Galería Besharat de Atlanta. El escenario era ciertamente bello y dramático, la escala y grandeza de sus espacios, con paredes de puro granito local, difícilmente mejor adaptadas a un despliegue de color desenfrenado y vigor anárquico. Algunas de las obras de Santana llevan insinuaciones de imágenes fragmentarias, desde pistolas y armas hasta genitales y vísceras, como si indicasen una violencia sublime igualada por el salvajismo de su paleta y su pincelada. En el óleo Haecceitia, de 48 x 60 pulg., por ejemplo, manchas informes de rosa y azul pálido hacen brotar un dibujo lineal negro de un pie con tacón alto, o una serie de marcas de pintura louche que bien podrían ser besos de pintalabios. Está claro que aquí ocurre algo más que expresionismo ocioso. El título de su exposición da una pista: "Haecceitia: Homenaje a Michel Foucault". Al sondear el ensayo del catálogo, queda claro que Santana no busca un efecto decorativo ni una expresión personal, sino más bien una semiótica pictórica, un modo de significación abierto ("haecceity" puede traducirse como "esto") que, según el artista, "adopta una plataforma pictórica" en su obra. Independientemente de que los cuadros de Santana alcancen o no este nivel filosófico y místico, lo cierto es que poseen una extravagancia y un ingenio artísticos tan excéntricamente notables como el propio artista. Y eso debería bastar para la primera gran exposición individual de cualquiera.

Creador:

Alexandro SANTANA (1965, Español)

Dimensiones:

Altura: 60,96 cm (24 in)Anchura: 60,96 cm (24 in)

Medio:

Óleo

Movimiento y estilo:

Impresionista abstracto

Época:

siglo XXI

Estado:

Ubicación de la galería:

Materiales

Óleo

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