Emma Labattaglia

Cuadro abstracto contemporáneo de técnica mixta sobre lienzo de Emma Labattaglia 2025

2025

Emma Labattaglia es una artista contemporánea con formación en pintura de Bellas Artes, que ha completado sus estudios tanto en Melbourne (Australia) como en Italia. Su obra está profundamente arraigada en el patrimonio, con capas de memoria, tradición e historia personal. Desde muy pequeña le cautivó la magia silenciosa de la creación, viendo a su abuelo pintar en su estudio del patio trasero. Esos primeros recuerdos -de aguarrás, pinceles gruesos y concentración silenciosa- constituyeron su conexión fundamental con el mundo del arte. Su influencia sigue estando siempre presente en su proceso, no sólo como legado personal, sino también como guía de su relación con el propio acto de pintar. Cada pincelada de su obra lleva ecos de esos momentos, conectando la memoria personal con temas más amplios de herencia y pertenencia. "El collage desempeña un papel central en mi práctica", explica, "fragmentos de lienzo superpuestos sobre lienzo, bordes rasgados y texturas superpuestas que construyen un sentido de la historia dentro de cada pieza." Estas superficies evolucionan lenta e intuitivamente, moldeadas por la repetición, el borrado y la reaplicación. Hay un diálogo físico entre lo que se revela y lo que se oculta, rascando hacia atrás para descubrir decisiones anteriores, sólo para enterrarlas de nuevo bajo un espeso empaste. Este proceso cíclico refleja cómo funciona la memoria: fragmentada, a veces oscurecida, pero siempre incrustada en el presente. Su práctica se inclina naturalmente hacia la abstracción, donde el color, la forma y la textura comunican lo que las palabras a menudo no pueden. Gruesas capas de pintura al óleo se mueven con deliberado peso y urgencia, creando superficies táctiles que parecen envejecidas, curtidas y emocionalmente resonantes. Bajo estos densos campos de color, a veces parpadean en la superficie delicadas líneas pastel, un frágil contrapunto a la intensidad material, como ecos fantasmales o susurros ancestrales que se enhebran en la composición. Estos detalles silenciosos piden al espectador que vaya más despacio, que vuelva a mirar. El motivo recurrente de su obra son los tulipanes, formas delicadas pero resistentes que tienen un peso simbólico. "Los tulipanes, para mí, son como portadores de memoria", dice. "Cada pétalo en capas como capítulos, cada flor un pequeño archivo de linaje y transformación". A través de estas formas florales, hace un guiño sutil a lo femenino, a la naturaleza cíclica de la vida y a los rituales domésticos transmitidos de generación en generación. En sus lienzos superpuestos, Emma Labattaglia encuentra la belleza en la imperfección: lo sin pulir, lo crudo, lo impredecible. Sus cuadros no son narraciones fijas, sino diálogos abiertos, donde coexisten el pasado y el presente, lo personal y lo universal, la tradición y la reinvención. Ofrecen al espectador no sólo una experiencia visual, sino también emocional, invitando silenciosamente a reflexionar sobre las complejidades de la memoria, la herencia y los hilos invisibles que conforman lo que somos.