Alex Guofeng Cao

Déjame ser tu osito de peluche Lichtenstein contra Indiana

2019

Alex Guofeng Cao descubrió su pasión, la fotografía, en Nueva York. Inspirado por maestros como Irving Penn, Richard Avedon, Edward Weston y Robert Mapplethorpe, Cao estudió y experimentó con todos los métodos y técnicas de la fotografía. Aunque es hábil con el color, el medio preferido de Cao es la imagen en blanco y negro. Su profunda fascinación por las sutiles gradaciones de tono entre el negro profundo y el blanco crudo son la génesis de todos los colores que necesita para crear su mundo. La obra más reciente de Cao es una serie de imágenes de iconos de la cultura popular. De un vistazo, casi cualquiera puede identificar algunos de sus temas, si no todos. Pero si se observan más de cerca, se puede ver que las imágenes están compuestas por una constelación de pequeñas imágenes repetitivas, cada una ligeramente distinta de sus vecinas. Los conjuntos de minúsculos rostros que componen y conspiran para formar los grandes retratos son en sí mismos imágenes icónicas. La trama se complica cuando uno se da cuenta de que existe un diálogo entre los personajes elegidos que habitan entre sí. El método de creación de Cao es el de componer un mosaico de recuerdos en una impresión del presente. Impresionado y muy influido por las formas y proporciones ideales de las esculturas icónicas y estatuarias de las antiguas épocas egipcia, griega y romana, puede decirse que las obras de Cao hunden sus raíces en la antigüedad occidental. Otra fuente de inspiración son las impresiones de su viaje de hace una década para ver los suelos y paredes de mosaico de Nápoles y Pompeya. Es la combinación de estas dos estrategias de base lo que permite que las obras de Cao tomen forma. Las imágenes son imponentes y cautivadoras. Con sus inmensas dimensiones, su presencia puede sentirse desde bastante lejos. Las poderosas imágenes principales de gran tamaño y los ejércitos de imágenes diminutas que las componen se emparejan específicamente para crear un diálogo. Las historias y los antecedentes de cada uno de los personajes se enfrentan entre sí. La imagen de Marilyn Monroe está poblada de innumerables imágenes diminutas de la Mona Lisa. Estas dos mujeres son, posiblemente, las más famosas del mundo. Comparten un vínculo inusual, ya que ambos son, en cierto modo, personajes de ficción. El emparejamiento también sugiere otra conexión, ya que ambos son fantasías. Una es la fantasía del siglo XX y la otra es la singular fantasía de Leonardo DaVinci. Al observar las imágenes más de cerca y escudriñar todos los intrincados detalles, uno puede empezar a darse cuenta de que, ocultos en el mar de diminutas imágenes repetitivas, hay códigos y pistas cuidadosamente elegidos que el artista insertó en lugares estratégicos como recordatorio de los acontecimientos y situaciones en los que estos personajes se vieron envueltos en la historia. Al final, el proceso de codificación y estratificación de la información de la época es, en última instancia, el objetivo. A medida que pasa el tiempo, la información se va depositando en las obras. Estas imágenes experimentan una evolución y un cambio y llevan las marcas de una colección de historia, así como la intención del artista.