Paton Miller

El Mimo

1987

El talento natural de Paton Miller como artista se hizo patente desde una edad temprana, cuando su familia observó que Miller dibujaba caricaturas de la familia. Este interés por la condición familiar se convirtió en interés por la condición humana, lo que le llevó a sus primeros estudios de Honoré Daumier, Francisco De Goya y William Hogarth. La familia se trasladó a Hawai cuando él era muy joven. En 1973, tras sus estudios formales de arte en la Academia de Arte de Honolulu, Miller se embarcó en un viaje de un año que le llevó al oeste de la isla de Oahu (Hawai), a Filipinas, China, gran parte de Asia y Europa, para regresar finalmente a Estados Unidos. En los años siguientes, Miller ha realizado más de quince exposiciones individuales y numerosas colectivas en Nueva York, en Estados Unidos y en todo el mundo. Su inclinación por captar la comedia y el drama de la condición humana continúa hasta nuestros días. Recordando aquellos primeros días en Southampton, Miller comentó su primer contacto con los titanes del arte contemporáneo: "Me encontré en los estudios de Willem de Kooning, Roy Lichtenstein, Larry Rivers y Frank Stella. Fue una gran experiencia para un joven artista". La obra de Miller es una combinación de sus primeras influencias, sus propias experiencias vitales, su vida personal y sus extensas aventuras. Muchos escritores han comentado las singulares obras de Paton Miller, entre ellos el crítico de arte, poeta y profesor estadounidense Donald Kuspit, que escribió: "Estos cuadros ponen de manifiesto un punto conocido, pero a menudo olvidado: que la expresividad de una escena representativa depende a menudo de la intensidad abstracta generada en respuesta al medio. Sin esta intensidad visionaria, la pintura representativa puede convertirse en una especie de periodismo perceptivo. Resulta aún más importante cuando el artista representa el horror interior en lugar del manifiesto. El logro de la abstracción extática también indica que el artista es dueño de la escena, en lugar de sentirse abrumado por lo que está representando, para hacer que aparezca mágicamente cuando se le ordene, que es lo que hace la versión de Miller del realismo mágico".