Corrado Ferrante

Sin título

1999

Al mirarle a los ojos y al intercambiar las primeras palabras, percibí inmediatamente el espíritu que infunde a los artistas la necesidad de ser creativos y que le ha impulsado a trabajar continuamente durante largos años, siguiendo un camino coherente que ha ido evolucionando y perfeccionándose con el tiempo. Visitando su estudio, que también fue acogido calurosamente por su mujer, que aún hoy apoya con cariño al hombre y al artista, me sorprendieron gratamente sus obras, sinceras y profundas, pensadas pero nunca artificiales... en definitiva, obras de verdad. Un estudio lleno de obras, colgadas hasta el techo, en diferentes formatos para crear un embriagador efecto de mosaico. Los colores perfectamente mezclados, incluso los dejados caer sobre la tierra, besados por una luz brillante procedente del gran ventanal, calientan el alma de todo espectador que tenga la suerte de entrar. Por ello, estoy encantado de haber podido organizar esta exposición, que sin duda complacerá a nuestros coleccionistas más exigentes.