Mithé Espelt

Espejo de pared Arche nº 1 Mithé Espelt Ceramista francesa Barro dorado craquelado

c. 1965

Mithé Espelt es una ceramista francesa cuya obra ha permanecido confidencial durante mucho tiempo, pero que ahora está disfrutando de un renacimiento entre los coleccionistas de artes decorativas y diseño del siglo XX. Nacida en 1923 en Lunel, en el sur de Francia, creció en un entorno en el que el arte y la artesanía ocupaban un lugar central. Tras estudiar en las Bellas Artes de Montpellier, se unió a la efervescencia artística de Vallauris en los años 40-50, meca de la cerámica, donde se codeó con Pablo Picasso, Robert Picault y otras figuras importantes del renacimiento de la cerámica. Desde el principio, se distinguió por alejarse de la cerámica utilitaria para explorar formas más íntimas y decorativas. Lejos de la cerámica rústica y los esmaltes brillantes de moda en la época, Mithé Espelt desarrolló una técnica singular que combinaba delicadeza, textura y dorado. Sus piezas, principalmente espejos, cajas, joyas y pequeños adornos, se caracterizan por superficies cuidadosamente trabajadas y delicadas composiciones gráficas. Sus espejos, sin duda sus obras más emblemáticas, no se limitan a reflejar una imagen: se convierten en ventanas a un mundo sensible, donde el oro, los tonos pastel y las formas puras dialogan en armonía. Mithé Espelt siempre ha cultivado cierta discreción. No firmaba sus obras ni pretendía entrar en el circuito tradicional de las galerías de arte. Sus creaciones fueron distribuidas de forma confidencial, sobre todo por boutiques de objetos de arte y casas de lujo. Esta ausencia de firma contribuyó a que su nombre pasara desapercibido durante muchos años, aunque su estilo era inmediatamente reconocible. Hoy en día, su obra está siendo redescubierta y apreciada por su singularidad e intemporalidad. Sus piezas, una combinación de arte refinado y arte decorativo, encarnan una elegancia discreta y un savoir-faire excepcional. Mithé Espelt nos recuerda que el arte puede colarse en los objetos cotidianos, transformando el espejo más sencillo en una obra de arte por derecho propio.