Dibujos y acuarelas de Edgar Chahine

Edgar Chahine nació en Viena (Austria) de padres armenios. A los 21 años, decidió viajar a París y seguir la carrera de Bellas Artes. Estudió pintura bajo instrucción formal en la Académie Julian, pero su habilidad natural y su determinación para expresarse como artista le llevaron a un estilo personal basado más en la realidad de las calles de París que en los confines de las aulas. Chahine empezó a experimentar con las posibilidades del grabado a los 25 años. Aunque ya había logrado cierto éxito con sus pinturas, se sintió fascinado por los grabados y pronto trabajó exclusivamente en este medio. Sus grabados eran muy solicitados por los coleccionistas y el conocido editor Edmond Sagot se convirtió rápidamente en su marchante. Ganó varias medallas y premios y recibió numerosos encargos. La obra gráfica de Chahine representa por igual a hombres y mujeres elegantes de París, a la sociedad burguesa y a escenas más comunes de ferias campestres y vida callejera. Sus simpáticas representaciones de niños, mendigos, artistas de circo y otras personas a menudo olvidadas resultaban atractivas y tocaban las emociones del observador, mientras que sus retratos del lado más de moda de París captaban con precisión su "joie de vivre". La muerte de su prometida le sumió en una profunda depresión, y abandonó París para viajar por Italia. Este viaje le proporcionó la serenidad y la inspiración necesarias para empezar a trabajar con nuevo entusiasmo, grabando los dibujos del día en planchas de cobre en su habitación de hotel cada noche. Volvió con nuevos bríos y amplió sus esfuerzos para incluir de nuevo pasteles y óleos en su obra. Esta productividad no iba a durar, ya que la combinación de terribles acontecimientos en Armenia y Siria y el estallido de la Primera Guerra Mundial incapacitaron a Chahine para trabajar. No volvió a hacer arte hasta que se casó en 1921. En 1925 obtuvo la nacionalidad francesa y comenzó una nueva actividad creativa en el campo de la estampa y los libros ilustrados. Muchos de los grabados de Chahine se perdieron en un incendio en su taller en 1926, y muchos más quedaron destruidos en una inundación en 1942.