José Zanine Caldas, 'Namoradeira' - 'Conversadeira' - Tête-à-Tête - tumbona, madera dura de Vinhatico, Brasil, ca. 1980
La mecedora escultórica de José Zanine Caldas, que recibe varios nombres, como Tête-à-Tête, Conversadeira, Namoradeira... es menos una silla y más una propuesta escultórica en madera; una negociación de la gravedad, la forma y la intimidad. Tallada a partir de un único bloque macizo de madera dura de Vinhático, la pieza se resiste a la gramática esperada del diseño de muebles. No hay patas, ni una base evidente. En cambio, la silla está definida por un arco continuo.
La forma es fundamental. La curva de media luna de la estructura confiere a la pieza su potencial cinético. Mola, pero no frívolamente. Sugiere una cuidadosa calibración del equilibrio, una metáfora física de la dinámica de dos personas sentadas conversando. Al fin y al cabo, se trata de un tête-à-tête: un asiento para dos, orientado a la comunión. Pero a diferencia de las formas tradicionales de tête-à-tête del siglo XIX, en las que los asientos se disponen en forma de S, Caldas opta por una geometría más atrevida. Los cuerpos de los usuarios miran en la misma dirección al carecer de una división estructural, invitando a las personas sentadas a acercarse. Que esté hecho de una sola pieza de madera no es casual. Refuerza el significado de uniformidad; de dos personas que se unen armoniosamente.
La continuidad de grano y volumen da la impresión de un objeto crecido más que construido. Las grietas y rajas de la madera se conservan en lugar de ocultarse, recordando la fuerza viva del material. Caldas era conocido por su creencia en la agencia espiritual de la madera, y en esta pieza, la forma surge no sólo de una intención de diseño, sino de un diálogo con las tendencias innatas del material. La forma abraza el bulto original del árbol. Casi puedes trazar la trayectoria del tronco en la curvatura del balancín.
Aquí hay una sensación de tranquila monumentalidad. La silla se lee como elemental y moderna a la vez, por el modo en que fusiona la materialidad bruta con una refinada sobriedad formal. Parece antiguo, como algo desenterrado, pero también vanguardista en su brutal reducción de la forma.
No es una silla para meter debajo de una mesa. Es una pieza que define su propio centro de gravedad en la sala, en la conversación, en el cuerpo del árbol del que procede.
Biografía
José Zanine Caldas (1919-2001), nacido en Belmonte (Brasil), fue célebre por sus diseños crudos, naturales y escultóricos. Diseñador autodidacta, Caldas comenzó su carrera en el sector de la construcción, trabajando como constructor de maquetas para arquitectos y diseñadores de renombre, entre ellos Oscar Niemeyer. En 1948 fundó Móveis Artísticos Z, una empresa de muebles de madera contrachapada producidos en serie. Sin embargo, sólo dos años después, abandonó la empresa y regresó a su estado natal, Bahía. Allí adoptó los materiales locales y mezcló la estética colonial con el estilo modernista emergente. Su obra se distinguió por su fidelidad a la esencia de los materiales, rompiendo con las rígidas normas y el objetivismo del movimiento modernista. Caldas creía firmemente en vivir en armonía con la naturaleza, una filosofía que se refleja en sus diseños y en su enfoque de la arquitectura. Su estilo innovador, arraigado en el respeto por los materiales y las formas naturales, sigue siendo una seña de identidad de su legado.
A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, que se licenciaron en escuelas de arte o institutos de arquitectura, José Zanine Caldas fue totalmente autodidacta, desarrollando un estilo y unos métodos propios y únicos. Con el tiempo, abandonó Bahía y se trasladó a Río de Janeiro, donde estableció su propio estudio. Allí creó maquetas arquitectónicas a pesar de no tener formación formal como arquitecto. Su enfoque innovador, habilidad e ingenio le valieron la admiración de figuras de renombre como Lucio Costa y Oscar Niemeyer.
José Zanine Caldas sentía una profunda fascinación por las diversas culturas y pueblos. Durante sus viajes por África y Asia, se vio profundamente influido por las costumbres y tradiciones locales que encontró. Estas experiencias le llevaron a reconocer una verdad universal: las personas que viven en armonía con la naturaleza tienden a mantenerse de formas notablemente similares, independientemente de su ubicación. Esta constatación se convirtió en la base de su obra, cuyo tema central es la búsqueda humana de la unidad con la naturaleza.
En 1968, José Zanine Caldas regresó a su Bahía natal, atraído por su riqueza cultural y natural. Allí se inspiró en los artesanos locales que tallaban barcos en árboles caídos. Adaptando esta técnica, Caldas empezó a crear muebles y obras de arte escultóricas de madera, cincelando y tallando cada pieza a mano. Su método garantizaba que cada creación fuera única, mostrando la belleza en bruto del material. Estas obras hechas a mano se convirtieron en la pieza central y el pináculo de su carrera posterior.
José Zanine Caldas estaba profundamente comprometido con su entorno, en particular con el paisaje brasileño, y esta dedicación guió constantemente sus decisiones. Era muy consciente de los daños causados por la agricultura y la deforestación a los ecosistemas locales. Como defensor de la conservación de la selva tropical, Caldas creó la Fundación Centro para el Desarrollo de la Aplicación de las Maderas Brasileñas. A través de esta fundación, trabajó activamente para combatir la destrucción de la selva tropical, apoyando esfuerzos como la financiación de la educación y la sensibilización sobre prácticas sostenibles.
Para sus muebles hechos a mano, José Zanine Caldas tomó la decisión radical de utilizar únicamente madera encontrada, siguiendo las prácticas de los artesanos locales. Trabajaba exclusivamente con madera de árboles muertos o caídos de forma natural. Este enfoque dio lugar a su colección conocida como "Móveis Denúncia", o "muebles de protesta".