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Escultura titulada " La Citadelle" de Pierre Martinon, hacia 2000

Name: Escultura titulada " La Citadelle" de Pierre Martinon, hacia 2000
Brand: Pierre Martinon
Price: 27022.86 AUD
Availability: InStock
Rating: 5 (6 reviews)

Acerca del artículo

Escultura de cerámica titulada " La Citadelle " de Pierre Martinon. Perfectas condiciones originales. Firmado y fechado en la base "Pierre Martinon 2000". Pieza única. Lejos del estruendo y la furia del llamado mundo, en su diminuto pueblo de Borgoña, Pierre Martinon trabaja pacientemente durante largas horas. Levantar un bosque de esculturas. Había empezado en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Dijon, esculpiendo primero en madera y metal. Las asistencias al taller de modelado de allí no le habían mostrado los tesoros que la cocción puede aportar a las distintas arcillas. Pasaron muchos años antes de que descubriera el esplendor del sencillo azulejo fabricado en los hornos de la azulejería de Aléonard de Pontigny, que iba a marcarle un nuevo rumbo, tan férreo como exigente y desalentador. Una vez cocida, la arcilla de Pontigny se tiñe de ocres y rosas, se broncea a rojos y marrones o incluso a morados, y a menudo se tiñe de pirita de hierro. Este material tiene algo vivo, tentador al tacto, tanto para ser acariciado como para ser contemplado. A partir de ahí, la propia materia arcillosa asociada a cada técnica utilizada para expresarse por el artista debía dirigir su inspiración de forma variada y sensible. Desde entonces, ambos han permanecido inseparables a lo largo de ese camino artístico emprendido por Pierre Martinon. Sólo empezó a trabajar realmente con esta arcilla a partir de 1983, año de sus primeras cocciones en la azulejería. Un cambio de propietario a principios de este siglo llevó a Pierre Martinon a utilizar otras arcillas y a recurrir más sistemáticamente a los óxidos metálicos, como muestran también varias de sus obras recientes, cada una envuelta en un fino resplandor negro. En virtud de su improvisada entrada en el universo de la cerámica, era autodidacta, pero de tal modo que su aguda conciencia de los caprichos de sus materiales, combinada con su minuciosidad natural y su amor por el gesto correcto, significaba un nuevo com- bate cada vez para perfeccionar sus habilidades. Pierre Martinon pudo así desafiar las leyes de la arcilla e imponer a esta sustancia las mismas líneas exactas que pueden tallarse en otros materiales duros. Es esencialmente un modelista que esculpe levantando superficies planas en torno a un vacío, en busca de la definitud y la claridad de las tensiones que surgen de la forma. No ha escatimado ni salientes, ni aristas vivas, ni ángulos reentrantes, por no hablar del infinito cuidado necesario para suavizar cada superficie, sea cual sea su tamaño, pendiente o curva. Las esculturas de Pierre Martinon son ricas y complejas, y ofrecen una sorpresa tras otra para deleitar la vista y la mente, una promesa polifacética de placer que hay que volver a experimentar. Sus formas anidadas, que se bloquean y desbloquean tanto por interpenetración como por confrontación, pueden a la vez separarse y aglomerarse. La escultura resultante parece fijar para la eternidad un único instante de encuentro tectónico. A primera vista, las estructuras buscadas pueden perturbar la mente del espectador, que inevitablemente se afana en descubrir algún sistema y algún sentido. Sería arriesgado, sin embargo, buscar una sola interpretación: un detalle puede despertar un eco simbólico, pero el borde siguiente destruirá la imagen hasta entonces esbozada y desplazará lo imaginario; otro elemento puede parecer arquitectónico, pero el conjunto en el que se integra negará tal función. Las formas recientes pueden parecer reminiscencias de curvas orgánicas, pero tienden a entrelazarse de forma poco familiar. Cualquier apariencia inicial de sentido común pronto se desgastará para perderse en un mundo desconocido. He aquí, pues, el pensamiento inverso o el asunto de no pensar. La textura y los matices de esa materia arcillosa desempeñan sus propios papeles en este juego de desorientación: a veces puede ser la madera lo que te venga a la mente, otras, el metal, la roca o incluso el cuero. Las variaciones de coloración de un elemento a otro tampoco aportan más pistas. Para que, cuando sea posible, el espectador se someta mejor a las leyes secretas que presiden el diseño y la configuración de arquitecturas variadas, desconocidas o ajenas, como si estuviera engullido en una estructura, ya sea de formación rocosa o de maraña de surcos. ¿No podría ser en realidad ese placer embriagador de la primera experiencia vertiginosa del mundo de un niño antes del inicio de la comprensión racional? Merece la pena desvelar algunos de los orígenes históricos que debieron de contar en la elección de la dirección tomada por Pierre Martinon y a lo largo de toda su obra. Creció en Montchanin, un lugar con un destino estrechamente asociado a dos plantas industriales clave: una fundición y otra azulejería, justo al lado de Creusot, en el corazón de la siderurgia de Borgoña. Su abuelo paterno, al que nunca conoció, había sido fabricante de zuecos, hábil en el trabajo de la madera y con un gran gusto por la forma y la buena artesanía. Su padre, al que se le daba bien dibujar, alcanzó aún más destreza técnica en su trabajo de mecánico-modelista. Sólo después de desarrollar su propia obra, Pierre Martinon descubrió objetos que había fabricado su padre. De ellos, sólo tiene uno en su poder: un trozo de madera gruesa de unos veinte centímetros de largo, de superficie pulida y curvas complejas, modelo de un caño doble de forma tubular arqueada. La superficie muestra una red extendida de cortes laterales. Está claro que no es un objeto corriente: a pesar de ser técnico, la calidad de su elaboración lo convierte en un objeto valioso; el material cálido está en contradicción con la forma que anuncia su frío futuro metálico; de pie sobre su única superficie plana, se convierte en una escultura; si no conocieras su finalidad, como objeto seguiría siendo perfectamente misterioso. ¿Cómo es posible entonces que no haya un legado que se transmita del fabricante de zuecos y del modelista mecánico al escultor? En cualquier caso, Pierre Martinon sí se siente heredero de la sensibilidad de su padre hacia los materiales y sus diferentes sustancias o en cuanto a la calidad de los objetos y, más en general, en cuanto a lo que fue la dignidad de aquellos maestros artesanos que vivieron durante su infancia: con un verdadero sentido de la excelencia sobre su trabajo y un profundo respeto por las exigencias de su oficio. Deja que las ideas para una obra le lleguen con el flujo de la corriente, registrando mentalmente los detalles formales que le llaman la atención, ya sean del mundo vegetal, humano o arquitectónico. Puede ser el entrelazamiento de dos troncos de árbol, un elemento de alguna obra de arte antigua o la relación de un objeto con el rincón en el que se alberga. La escultura en ciernes se sustentará en una vorágine de sensaciones que el imaginario injertará en el transcurso de la obra. Pierre Martinon comienza una pieza dibujando un boceto rápido preliminar y luego -al menos para las piezas más grandes- hace un modelo de arcilla, que será la etapa verdaderamente creativa que puede extenderse durante varios días. A partir de ahí, la escultura propiamente dicha puede ponerse en marcha, guiada estrechamente por ese trabajo preparatorio. Cuando habla de una "génesis orgánica de las formas", se refiere a construirse poco a poco desde la base en placas o espirales de tierra (pero no, desde el exterior, como elementos montados por separado). He busca "hacer crecer" su escultura como un árbol. O como una montaña. Al hacerlo con obras como las que tienen estructuras parecidas a rocas, lo que le importa es que estén formadas como se forma la roca: desde dentro, incluido el tinte de la arcilla dentro de esa masa. Estampar en relieve la superficie sería perder el sentido del proceso. Es una cuestión de coherencia interior. Este escultor recorre su obra desde sus primeras etapas: todas sus formas deben dialogar entre sí, para alcanzar la coherencia orgánica de un árbol. "Intento hacer una escultura, para acercarme a la Escultura misma. Porque tengo una idea, no sobre mi propia obra, sino sobre la propia Escultura". Es una lucha, una conquista inquieta, un largo paseo por la cuerda floja. Pierre Martinon ha experimentado "esas dificultades" a las que se refiere Paul Valéry en sus Pièces sur l'art, "problemas de orden superior, incomprensibles para la mayoría de la gente (incluso para más de uno que procede del oficio), que el verdadero artista se inventa y a la vez se somete". Porque, al igual que inventamos una nueva forma, idea o experiencia, también se inventarán condiciones y restricciones ocultas a partir de obstáculos invisibles que surgen de ese mismo diseño para desafiar nuestros talentos adquiridos, retrasando nuestra satisfacción pero, al final, extrayendo de nosotros lo que buscábamos encontrar: exactamente, lo que no sabíamos que ya poseíamos." Lo que se denomina proceso de refinamiento en la fase final del modelado se refiere más a menudo a un cuidadoso alisado de las superficies: "estiro mis formas". A veces optará por cubrirlos con una malla de grafismos para transformar el material, o trazará una red sobre un tramo para aumentar la tensión, o grabará en otra parte los signos de un alfabeto desconocido. Aunque a primera vista la gama de colores no sea muy amplia, juega de forma sutil con los diversos tonos de las distintas arcillas y óxidos. La observación atenta de cualquier escultura pondrá de manifiesto todo un mundo de matices, cada uno de los cuales aporta su granito de arena a la fuerza de la obra. La afirmación de Pierre Martinon de que es muy sensible al color le llevó una vez a plantearse seriamente elegir el camino de la pintura. Durante el proceso de cocción que pone fin al itinerario, el control es máximo para validar y fijar todo el trabajo realizado. En cuanto a su lugar o página en la historia del arte, nos quedamos con la convicción de Pierre Martinon de que no hay progreso en el arte, sino que las circunstancias cambiantes de la creación aportan sus propias diferencias nuevas para crear una diversificación en la expresión sin romper con el pasado. En el panorama artístico actual, la obra de Pierre Martinon se distingue claramente por no esforzarse en seducir. Reservada pero generosa, austera pero cálida, diversa pero siempre coherente. Cada escultura es un universo propio. Todos tienen esa "longitud en la paleta" que siempre buscan los enólogos. Intrigan y captan nuestra atención. Tienen la promesa de ser compañeros fieles, de los que nunca nos cansaremos. Aude de Vinck, noviembre de 2019 Traducido por Martin Walton.

Creador:

Pierre Martinon (Artista)

Dimensiones:

Altura: 69 cm (27,17 in)Anchura: 46 cm (18,12 in)Profundidad: 40 cm (15,75 in)

Estilo:

Bellas artes (En el estilo de)

Materiales y técnicas:

Cerámico

Lugar de origen:

Francia

Época:

siglo XXI