Anillo en racimo de rubíes, diamantes y platino de los hermanos Oscar Heyman de los años 70

Conocido como "el joyero de los joyeros" , Oscar Heyman (1888-1970) diseñó piezas para Cartier, Tiffany & Co., Van Cleef & Arpels, Harry Winston y Black, Starr & Frost. La empresa familiar de joyería Oscar Heyman & Brothers fue fundada por Heyman con sus hermanos Nathan y Harry en 1912. Joyeros de Letonia, se habían formado en el taller de su tío abuelo, que tenía entre sus clientes al joyero imperial ruso Fabergé, antes de emigrar a Estados Unidos a principios del siglo XX.

Tras llegar a Nueva York, Oscar trabajó con Pierre Cartier y Nathan era fabricante de herramientas en Western Electric, antes de unirse para abrir su negocio de joyería. Como artesanos altamente cualificados, los hermanos Heyman se hicieron rápidamente con una lista de clientes de alto nivel -principalmente joyeros de renombre- atraídos por su trabajo con piedras deslumbrantes y diseño meticuloso. En 1917, Black, Starr & Frost encargó a los hermanos el diseño de un broche con la bandera estadounidense, que se convertiría en un motivo recurrente en la cartera de Oscar Heyman & Brothers. También diseñaron el broche Pensamiento en los años 30, otro accesorio muy popular que se fabricó en exclusiva para Tiffany & Co. a finales del siglo XX. Después de que Heyman diseñara para cuatro de los cinco joyeros presentes en la Casa de las Joyas de la Exposición Universal de 1939 (Cartier, Udall & Ballou, Marcus & Co. y Black, Starr & Frost), la empresa recibió el apodo de "el joyero de los joyeros".

Heyman & Brothers diseñó posteriormente medallones con incrustaciones de piedras preciosas que viajaron a la luna en el Apolo 16, el engarce del collar de diamantes de 69 quilates que Richard Burton regaló a Elizabeth Taylor en 1969 e incluso un par de tacones de aguja Stuart Weitzman con incrustaciones de rubíes en 2003. A lo largo de los años, la empresa ha cautivado con sus piezas a clientes como Evelyn Lauder, Marjorie Merriweather Post, Billy Porter y Tina Fey.

En 2012, la centenaria joyería cambió de nombre para simplificarlo y pasó a llamarse Oscar Heyman, y en la actualidad sigue estando dirigida por la familia Heyman, que gestiona todo el proceso, desde la aleación de su propio metal hasta el corte y pulido de sus piedras preciosas y el montaje del producto final en la propia empresa. En 2017, el Museo de Bellas Artes de Boston publicó una monografía escrita por Yvonne J. Markowitz y Elizabeth Hamilton que detalla para un público más amplio la historia de Oscar Heyman, una empresa desconocida que ha estado durante mucho tiempo detrás de algunos de los nombres más importantes de la joyería.

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