Pendientes 'racimo' de cornalina, cabuchón de pasta marrón y gris, Ciner, EEUU, años 80

¿Qué define la joyería "fina"? Para muchos aficionados, hay una línea clara que separa el trigo dorado de la paja dorada. Pero las piezas artesanales de Ciner, una casa de bisutería de 128 años de antigüedad con un pasado brillante que rivaliza con algunos de los joyeros más refinados, cuestionan nuestra noción de lo que constituye la preciosidad.

¿Calidad? ¿Artesanía? ¿Detalle minucioso? Los pendientes vintage Ciner , los broches , los collares y otros accesorios las tienen todas consigo.

Gran parte del encanto del Ciner se debe a sus orígenes en la alta joyería. Emanuel Ciner, inmigrante austriaco, fundó la firma en Manhattan en 1892, elaborando piezas con las tradicionales gemas preciosas, oro y platino. Pero la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión hicieron que los bolsillos se estrecharan y los materiales escasearan. En lugar de intentar capear la recesión económica, que hizo cerrar a muchas otras joyerías estadounidenses, Ciner hizo la arriesgada transición de joyería fina a bisutería (o joyería de moda), un territorio prácticamente desconocido.

Los hijos de Emanuel Ciner, Irwin y Charles, introdujeron una serie de innovaciones -moldes de fundición de caucho, que son especialmente duraderos y producen resultados de mayor calidad, y aleaciones de metal blanco, que imitan de forma asequible el aspecto de materiales más preciosos- que se convertirían en la norma de la bisutería. Durante la Segunda Guerra Mundial, la avanzada tecnología de moldeo de Ciner fue utilizada por el ejército estadounidense para producir municiones y herramientas. Este acuerdo dio a la empresa acceso a los metales fuertemente racionados que necesitaba para sus joyas, permitiéndole de nuevo soportar condiciones que llevaron a otros a la quiebra.

La empresa alcanzó su apogeo en la década de 1960, cuando sus joyas se vendían en algunas de las tiendas más elegantes del país, e incluso consiguió un anuncio ilustrado para Bonwit Teller en Andy Warhol. Sus piezas las lucieron las estrellas más brillantes de la época. En la famosa foto de Joe Shere de 1957 en la que Sophia Loren se burla del escote de Jayne Mansfield, ésta está resplandeciente con unos pendientes Ciner que le llegan hasta los hombros.

Ciner es único entre los joyeros de fantasía porque sus piezas no son imitaciones, sino que son codiciadas por derecho propio. Elizabeth Taylor, una voraz coleccionista de joyas con un gusto por las más finas, fue cliente durante mucho tiempo. Varias suites de joyas Ciner se incluyeron en la venta de la colección de Taylor en 2011 en Christie's, en la que un grupo de clips para las orejas con brillantes y un brazalete alcanzaron los 15.600 dólares, más de 100 veces la estimación de la subasta. Es un recuerdo de una época, no tan lejana, en la que las mujeres de gran estilo llevaban joyas finas y de fantasía con igual aplomo, a menudo al mismo tiempo.

En la actualidad, Ciner -dirigida ahora por la nieta de Emanuel Ciner, Pat Ciner Hill, y la bisnieta Jean Hill- sigue adhiriéndose a las mismas exigentes especificaciones de producción. Es la única joyería de Nueva York, y probablemente de Estados Unidos, que fabrica todas sus piezas internamente. Cada una comienza con docenas de elementos que se funden en moldes de caucho y luego se liman y pulen individualmente, se bañan en una capa especialmente gruesa de oro de 18 quilates o rodio, se ensamblan en el banco y se pintan con esmalte o se engastan con piedras. Cada paso es realizado a mano por artesanos, muchos de los cuales llevan en la empresa más de 30 años.

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