Rolex Oyster Perpetual de acero con esfera negra y corona Super Oyster, hacia la década de 1950

Aunque el aumento de la popularidad de los relojes Rolex vintage no sorprende a los aficionados, coleccionistas y expertos del sector, cuando se trata de relojes de pulsera de lujo contemporáneos, Rolex también suele ser la primera marca que viene a la mente. La empresa no sólo es venerada por su precisión horaria y su impecable artesanía, sino que su nombre fue diseñado para ser memorable.

El envidiable reconocimiento mundial de Rolex puede atribuirse en parte al genio del fundador de la empresa, Hans Wilsdorf. Cuando el relojero de origen alemán y su cuñado, Alfred Davis, crearon su empresa en Londres, en 1905, la llamaron Wilsdorf & Davis, según la fórmula tradicional.

Pero Wilsdorf estaba decidido a dar con otro nombre que fuera corto, quedara bien en la esfera de un reloj y fuera fácil de pronunciar y recordar en varios idiomas. En 1908 registró el nombre Rolex y en 1920 trasladó la empresa a Ginebra y la rebautizó como Montres Rolex S.A.

Pero las principales razones del éxito de la marca son su ya mencionado compromiso con la precisión y su incansable búsqueda de la innovación. En 1926, la empresa presentó el modelo Oyster. Con una corona atornillada y un fondo de caja, ambos equipados con juntas de goma, fue el primer reloj realmente resistente al agua.

Cinco años después, Rolex subió la apuesta con la Oyster Perpetual. El movimiento Perpetuo patentado de ese modelo contenía un mecanismo de rotor que le permitía darse cuerda a sí mismo. En otro movimiento que marcó tendencia, en 1945 la marca presentó el Datejust, con una ventanilla de fecha destacada en la esfera.

Los dos modelos más emblemáticos de la empresa son relojes deportivos. Aunque el Submariner, que debutó en 1953, se desarrolló como reloj de buceo, su caja estanca, su sólida construcción y su buen aspecto lo convirtieron en el favorito de aventureros y urbanitas por igual, incluido James Bond, que lo lució en clásicos como Dr. No y Goldfinger. El Daytona, el cronógrafo de carreras que hizo famoso Paul Newman, es especialmente buscado por los coleccionistas. El Daytona personal de Newman, que salió a subasta en 2017, se vendió por 17,8 millones de dólares.

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